viernes, 29 de mayo de 2009

Frases para la historia I

Inauguro con esta entrada una nueva sección dedicada a aquellas frases de grandes filósofos y pensadores, a aquellas que le hacen pensar a uno... que le hacen pensar a uno que el que las ha dicho o bien tenía un día muy desafortunado, o bien ha decidido poner el cerebro en modo tobogán sin enconmendarse a dios ni al diablo (nunca mejor dicho, en seguida entenderán porqué), o simplemente la única neurona que les queda está de baja por estrés.

Dice el Sr. Ricardo Benjumea, Redactor Jefe de la revista "Alfa y Omega" (tela marinera con el título), el semanario católico del Arzobispado de Madrid (buenos días, Sr. Varela, ¿hay alguien ahí?):

"Reducido el sexo a simple entretenimiento, ¿qué sentido tiene mantener la violación en el Código Penal?"

Un aplauso... plas, plas, plas... Creo que realmente no necesita comentarios, y quiero pensar que la frase está sacada de contexto, pero la cosa venía a cuento del tema de la pastilla del día después. Me parece entender que el razonamiento de este ser humano (hoy me siento generoso) es algo así como: si te tomas la pastillita, el sexo pasa a ser solo un divertimento. Hasta aquí no veo el problema, pero continuemos. Si el sexo es sólo un divertimento, entonces quizás la violación no debería ser delito.

...

Lo siento, se me ha puesto la mente en blanco durante unos segundos, es un efecto que me producen a veces este tipo de razonamientos. Es una sensación extraña, como si la realidad fuera inconexa, como si en algún punto se perdiera la lógica continuidad del espacio-tiempo y hubiera un salto que mi mente no ha sabido procesar. ¿Será un fallo en Matrix? ¿Estaremos viviendo una falsa realidad? ¿Estaré atrapado, sin saberlo, en un universo paralelo? Uf, me está dando miedo tot plegat, así que mejor lo dejo.

Lo siento, pero no soy capaz de seguir, me está dando la angustia existencial otra vez...

Otro día, más. :P

viernes, 15 de mayo de 2009

Burrocracia (4ª parte... y última?!)

Anteriormente, en "Burrocracia":

El otro día llego a casa de trabajar, a las tantas como es habitual. Entro en el portal, abro el buzón para comprobar el correo... y hay algo... algo que parece... espera... no puede ser... sí... no... dios que nervios... LO ES! Una factura de la luz!! Y debe estar... (la abro apresuradamente, la emoción me embarga).. Sí! Está a mi nombre!

Subo las escaleras corriendo, no puedo esperar a explicarle a todo el mundo la buena noticia... luego recuerdo que vivo solo... vaya, no puedo explicárselo a nadie. Es igual, lo que cuenta es que, teóricamente, ahora ya dispongo de un documento en regla para poder empadronarme en mi barrio, Hostafrancs, Barcelona. Pronto la lucha habrá llegado a su fin, se me hace un nudo en la garganta... pero me contengo. No debo cantar victoria antes de tiempo, debo mantener la mente fría, el enemigo seguramente tiene muchas tretas escondidas, y no debo confiar en que ésta batalla sea fácil.

Al día siguiente me levanto temprano, con toda la ilusión de que soy capaz a esas horas. Yo y mi primo el karateka nos vamos al Ayuntamiento una vez más. Hago la cola para coger número, por suerte no hay mucha gente esta vez. Me atiende una señorita, le expongo por enenenenésima vez en esta vida a qué voy, le enseño el documento que traigo en esta ocasión, para que me confirme su validez. "Sí, esto sí que le sirve". No me lo puedo creer, es posible? Quizás después de todo mi esfuerzo no ha sido en vano?

Entro al interior de la oficina, me siento pero al poco rato mi número aparece en la pantallita. Me dirijo al mostrador número 7, tal como indica la misma pantallita. El corazón resuena en mi pecho como un bombo de procesión de Semana Santa. "Pues verá, que quería cambiar mi dirección en el padrón, le traigo esta factura. Como puede ver, está a mi nombre...". Cruzo los dedos. El hombre examina el documento y empieza a teclear en el ordenador. Toda mi vida pasa por delante de mi en unos segundos, los buenos momentos, los momentos de angustia, de dolor... Es difícil aceptar que, después de todo, quizás nada haya valido la pena...

"Aquí tiene, su certificado de empadronamiento".

Las palabras del funcionario me sacan de mi ensoñación. Aún resuenan en mi mente cuando veo delante de mi un papel, un documento dónde... sí, efectivamente, se certifica que yo resido en el barrio de Hostafrancs, calle Tal y Tal, 08014, Barcelona. Lágrimas de emoción empiezan a resbalar por mis mejillas. Le doy efusivamente las gracias al funcionario y salgo a la calle desbordante de alegría.

Corro por la calle, felicitando la Navidad a todo el vecindario a grito pelado, con un pavo debajo del brazo. Todo está cubierto de blanco, los niños han construído un muñeco de nieve en mitad de la calle. Me paro un momento a participar en su guerra de bolas de nieve, me rio con ellos. Luego sigo mi camino, y desaparezco entre el gentío, tarareando una alegre tonada...



Epílogo

El optimismo que mi ansiada y esperada victoria me ha producido me ha dado la valentía suficiente como para enfrentarme dos veces en una misma mañana al despiadado monstruo de la burocracia. Así que me acerco al CAP de mi barrio con la intención de inscribirme allí, ahora que por fin tengo en mi poder el certificado de empadronamiento.

Un mostrador más, una funcionaria más, esta vez con bata. "Que quería inscribirme en este CAP", y con voz triunfal anuncio: "aquí traigo el certificado de empadronamiento". Ella lo coge, trastea durante unos momentos en el ordenador, imprime otro documento y me lo entrega. "Aquí tiene, le devuelvo también el papel del padrón, parece ser que no me lo ha pedido".

Se me pone cara de tonto. "No me lo ha pedido?" Qué quiere decir "no me lo ha pedido?" No entiendo nada. Es que el sistema tiene unos requerimientos diferentes, según el día que vas y el tiempo que hace? Porque la última vez me dijeron que hacía falta el PUÑETERO DOCUMENTO (con perdón)!!!!! Casi me pego con tropecientos funcionarios, y ahora resulta que "no me lo ha pedido"?!?!

En fin, que después de tanto ajetreo y tanta batallita, la única conclusión es que cada día entiendo menos sobre la PUÑETERA BURROCRACIA de este país. Lo único que uno puede hacer cuando requiere un documento oficial es armarse de valor, llamar al primo karateka y estar dispuesto a perder el tiempo que haga falta y a pegarse con quien sea menester. La verdad, debería haber una forma más fácil de hacerlo todo, la vida no puede, no debería ser tan complicada. Recemos a San Bill Gates para que un día se le ocurra hacer algo realmente útil para la humanidad, algo así como un supersistema informático que unifique todos los datos y los procedimientos burocráticos del mundo y que jubile (o fulmine) de una vez y para siempre a tanto burócrata y tanto funcionario inútil.

Pero bueno, hasta entonces, seguiremos soñando. Y explicando batallitas.

Buenas noches y buena suerte.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Filosofadas patilleras II: Equivocarse

Hoy he desayunado en un bar que tenía, colgadas en las paredes, fotos y frases de famosos. Mientras intentaba abrir los ojos a fuerza de café, me he fijado en algunas de ellas. De entre las fotos, la que más me ha gustado ha sido ésta, que he encontrado también por internés.

De hecho, esto no tiene nada que ver con el tema de este post, pero no me negareis que no tiene desperdicio. Aaaay Humphrey Humphrey!! Qué estarías mirando, pollo!!

Y de las frases, me quedo sin duda con ésta:

"Todo el mundo puede equivocarse, por eso los lápices vienen con una gomita en la parte de atrás."

Adivinais quién la dijo? Efectivamente, un gran sabio y filósofo, ni más ni menos que Lenny, de los Simpson.

Y que haya tenido que ser un dibujo animado el que lo diga... Es más, que haya sido un personaje que, según parece, lo único que tiene que hacer todo el día es estar pimplando cerveza en el bar de Moe! (envidiable vida, por otra parte).

Porqué estamos tan obsesionados con equivocarnos? Porqué tenemos tanto miedo? Organizamos nuestra vida de tal forma que intentamos ultraprotegernos al máximo y controlar absolutamente todo lo que nos sucede. Y cual es el resultado? Uno, que nos seguimos equivocando, y dos, que nos volvemos unos cobardes.

Supongo que todos hemos hecho cosas que preferiríamos no haber hecho. Siempre he pensado que el típico valiente que dice "Yo no me arrepiento de nada" o está mintiendo, o no ha salido de su casa en su vida. Y algunas de esos errores nos marcan de por vida, pero en el momento en que las hicimos eran inevitables. No es que quiera ponerme en plan "filosofía positiva", que cada día me da más grima ese rollo, pero si para algo debería servir pasarlo mal es para aprender a solucionar marrones.

Y esa es la cuestión, creo yo... marrones seguirá habiéndolos toda la vida, por mucha armadura que uno se ponga, y por mucho que uno enfoque las cosas "de forma positiva". La cuestión es aprender a usar la gomita que viene en la parte de atrás, aprender a "improvisar" una solución.

Y ahora os dejo, que tengo que ir a cometer unos cuantos errores.

sábado, 2 de mayo de 2009

El probe caminante

Una entrada dedicada a mi tía la Porverita, pa que vea que, efectivamente, los versos que le cantaba en el metro hace poco (hay que decir que llevaba dos copitas de vino), los cantaba Camarón en "El caminante".
Son unas bulerías de Antonio Sánchez, si no me equivoco el padre de Paco de Lucía, que aquí le acompaña a la guitarra.

"Si te vas a confesar
no digas nunca las ducas
que me haces de pasar."

Y otra aún mejor:

"Tú no me des tanto que hacer,
que como coja la puerta
nunca más me vas a ver."

Tremendo :)

Ay lai looo lolailololaiiiloooooo laaaai lololailololaaaaailoooo