Un día un amigo me dijo (sobre un tema que no viene al caso) algo así como:
"Sabes lo que te digo, que he llegado a la conclusión de que lo mejor es pensar: a tomar por culo."
Y la verdad es que, dándole vueltas, me parece una filosofía de lo más saludable, si lo piensas bien. Llegar a esa conclusión demuestra, por un lado, que has sufrido un conflicto de algún tipo. Y por otro, que finalmente has llegado a una decisión, voluntaria o impuesta, pero que sea como sea es por fin aceptada y asumida. Es decir, implica el final de un problema, que es la decisión en si. Luego, esa decisión en algunos casos te puede llevar a la ruina más miserable, ya lo sé, pero ese es otro problema diferente, no me anticipen ustedes. Además, si siguen leyendo, verán que la filosofía "a tomar por culo" es útil también en este último caso.
Ilustremos tan complejo e interesante pensamiento con un ejemplo de la vida diaria. Imagínense ustedes que llevan tiempo pensando en una persona, una chica (pongamos por caso) muy atractiva, agradable y cariñosa, y que les gustaría (digamos) "conocerla" en el sentido bíblico de la palabra. En cristiano, trincársela. Pongamos por caso que la situación es tal que se vislumbra una clara brecha en la defensa contraria. Dicho en plata, está en el bote. Pero imaginemos además que la situación es más bien complicada. Escojan ustedes:
a) está emparejada,
b) ustedes están emparejados,
c) es una compañera de trabajo,
d) es una amiga de hace mucho tiempo
e) cualquier otra cosa chunga que les venga a la cabeza.
Como son ustedes (pongamos por caso) personas más bien dubitativas, y son conscientes de las probables consecuencias conflictivas de dejarse llevar por los instintos animales, se pasan días y días dándole vueltas al asunto, durmiendo mal por las noches, y sin saber qué hacer.
Pero finalmente, sea por la razón que sea, ven la luz. La decisión está clara como el agua:
"A TOMAR POR CULO, ME LA FOLLO".
Y con esto se cierra toda duda y se pasa a la acción, lo cual siempre es positivo. Pero no queda ahí la cosa, porque la filosofía "a tomar por culo" es válida tanto para una decisión como para su contraria:
"A TOMAR POR CULO, NO ME LA FOLLO".
Y con esto acabamos también con la duda y, de paso, nos ahorramos un marrón del quince. Pido disculpas por poner un ejemplo tan chabacano y grosero, pero no dudo que la mayoría de ustedes ha estado en alguna ocasión en una situación parecida, así que creo que de esta forma entenderán mejor lo que quiero decir.
Uno puede estar sopesando pros y contras toda la vida, pero no llegar a ningún sitio. Al final, al final de los finales, las decisiones normalmente se toman con un "a tomar por culo". Y ello denota algo para mi muy importante y valioso: que la decisión no ha sido tomada racionalmente, cogiendo la calculadora e introduciendo las variables de entrada para llegar a un resultado final que será mi decisión, sino de una forma mucho más humana y emocional: porque me da la gana, y punto. Y al final, normalmente, el éxito o fracaso de la empresa que uno se dispone a acometer no depende, ni de lejos, de la fiabilidad del cálculo probabilístico que se haya hecho (porque el factor "imprevistos" es normalmente demasiado grande). Sino más bien depende de la motivación, habilidad y compromiso de uno mismo, y sobretodo, de que se alineen los astros y la Diosa Fortuna tenga un buen día y se sienta generosa.
Pero como decía antes, la filosofía "a tomar por culo" sirve también en caso de fracaso rotundo del proyecto que se inicia con la decisión tomada, sea ésta cual sea. Continuando con el ejemplo anterior:
"PUES RESULTA QUE NO QUIERE FOLLAR... A TOMAR POR CULO!".
No me negarán que, en estos casos, es la opción más saludable mentalmente.
En fin, que he decidido tratar de seguir más esta filosofía de ahora en adelante. Es más, creo que escribiré un libro de autoayuda sobre el tema, a ver si pican unos cuantos pardillos y me sacan de la ruina. Y entonces si que... A TOMAR POR CULO con todo!
Hala, a más ver. Buenas noches.